Análisis de la pintura de Johfra zodiacal Leo
El regente de Leo es el sol.
El león de Johfra lo encontramos en la tierra, en el paisaje y al mismo tiempo en el aire, identificado con el sol.
El nativo de Leo puede compararse más o menos con el león de la naturaleza, o al menos con la idea que nos hemos formado de él.
El nacido bajo el signo de Leo puede así identificarse con uno de los dos leones, pero también con ambos: con el león auténtico o con el augusto animal heráldico.
En el primer caso es gallardo y complaciente, pero también está ansioso de poder. En modo alguno tolera rivales cerca de él, y con seguridad ningún otro Leo, consciente como él de su propio valer. Es bueno en el puesto que ocupa en la sociedad, tanto en su trabajo como en el hogar, pero los otros tienen que escucharle a él, porque de lo contrario pueden producirse altercados. Algunos nativos de Leo gustan de hacer teatro, porque les agrada representar con fuerza dramática el papel con que se identifican. En sus escenas pueden llegar muy lejos - incluso demasiado -. A su pesar, más tarde se dan cuenta de que han sido demasiado violentos, y a veces de que han prometido o regalado demasiado.
El Leo que sabe elevarse por encima de su nivel se convierte en una criatura regia; entonces es, efectivamente, aquello que él piensa que es, en dignidad y en apariencia, sabe ser amable, se manifiesta con todo su talento organizador e incluso da buen ejemplo
trabajando duro, porque es, por naturaleza, una persona constructiva.
Cómo puede desarrollarse la lucha interior de un Leo lo expone Johfra en la parte Inferior del paisaje. Toda la pintura posee un brillo dorado y está rodeada por un aire rococó. De allí, la luz irradia hacia abajo, sobre el león terrestre, enzarzado en violento combate. En realidad, es un combate de dos leones: el hombre nativo de Leo, que lucha consigo mismo, y luego encuentra un modelo en dos «héroes solares», el bíblico Sansón y el griego Hércules.
Simbólicamente, ello significa la lucha del nativo de Leo con las fuerzas que existen en él mismo, que debe saber reprimir y poner en equilibrio, so pena de perecer. Él podrá ser el vencedor de sí mismo, pero también su propia víctima.
Si resulta vencedor, entonces se convierte en Apolo, el hijo más querido de Zeus, el que tañe la lira y que puede hechizar a la naturaleza, con tal de que nada se interponga en su camino. En este caso podría ser también un dios de ira, al igual que su divina hermana
Diana, con quien tenía mucho en común, pero en general, él y ella, como sol y luna espirituales, velan por el bienestar de la humanidad.
Él plasma este simbolismo a través de las plantas, porque tanto el girasol como la palmera, la encina y los frutos de auranciácea, corresponden al sol y al león. Con ello, Johfra persigue todavía otro fin. El árbol hueco es un símbolo universal. Entre nosotros «los niños
vienen del árbol hueco»; en la antigua China, la encina hueca se asocia asi mismo a la idea de Leo y también a lo renacido, como el sol, que vuelve a salir todos los días. Otros simbolismos al respecto: en la filosofía y gnosticismo derivados de Hermes Trimegisto, la
encina hueca es el lugar en que nace el niño como imagen de lo renacido espiritualmente, muchas veces significado, en sentido simbólico, como el niño divino.
Vemos, pues, sobre la cabeza de un sabio en meditación, uno o varios niños flotando en el aire. En la alquimia este árbol tiene igual significado. Hay el símbolo del athanor, el horno en el que «se efectuó la gran obra», la transmutación del plomo en oro, al mismo tiempo que el crecimiento espiritual del alquimista, que debe superar lo material para volverse Espiritual.
Johfra pinta, encima del león, un corazón con una corona. Es un corazón Real, con el que Johfra tipifica a los nativos de Leo, que pueden elevarse por encima de sí mismos y para quienes las especulaciones filosóficas o la meditación constituyen una necesidad. Entonces ese corazón se convierte en su propio athanor, un centro de fuego alquímico desde el punto de vista espiritual, con el que pueden trocar la vida en una fiesta con bodas de oro anticipadas y un puesto de oficial en la orden del León Holandés.
El León se sabe rodeado de muchos «signos y sellos». En el extremo de la Izquierda, arriba, en la rica ornamentación con figuras femeninas que están mirando al espacio se encuentra, en un cartucho, el sello más importante del sol. En el gran cartucho de la derecha, con tres «brazos» en el centro, aparece el sello de los espíritus olímpicos, que son atribuidos al sol; encima está el signo del espíritu gnóstico Sorath y debajo el signo de
la inteligencia planetaria Nakhiel. En los cartuchos menores, vemos los símbolos alquímicos del oro, el metal del sol. Si recibís de alguien una carta con tales signos en el margen, tened por cierto que se trata de un Leo que conoce el poder de los conjuros, que pertenece a una escuela de misterios y que ha superado su orgullo de león terrestre para convertirse en un león del espíritu.
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